Me contó un amigo, mi abuelito Paco,
esta gran historia, que ahora les relato.
Río sentenciado, perpetuas cadenas,
Azabaches, aguas de Manzi, la pena,
donde al sur se abrazan Pompeya y La Quema.
Allí donde soplan huracanes sanos,
llegan de Boedo, ciclones hermanos,
código de barrio, apretón de manos,
donde los saludos son buenos augurios,
donde las trompadas son sólo rasguños,
nació Bonavena, el barrio en sus puños.
Allí donde soplan huracanes sanos,
llegan de Boedo, ciclones hermanos,
código de barrio, apretón de manos,
donde los saludos son buenos augurios,
donde las trompadas son sólo rasguños, nació Bonavena,
donde al sur se abrazan Pompeya y La Quema.
Para el pueblo la eutanasia,
para el votante una afrenta,
para muchos fue desgracia
la década del 60.
Usurpando democracias,
gobiernos de cruel demencia.
Ellos marcaban senderos
los civiles eran tontos
persiguiendo a un pueblo entero,
nuevos decretos y exhortos.
Cortáte el pelo, rockero,
que a palazos te lo corto.
Ni se te ocurra estudiar
para cambiar los letargos,
ni se te ocurra pensar,
che, vos, universitario.
Palazos te voy a dar,
noche de bastones largos.
Hay mucha cal y poca arena,
mucho lodo y poca tierra.
Caminar será una pena
cuando tus piernas se entierran.
Pero hubo momentos gratos
hacia viajes de esperanza,
Litto Nebbia con Los Gatos
navegaba en una balsa.
En ella viajó Spinetta
desafiando lo que venga,
para saciar la amargura,
azúcar dulce de almendra.
Sube la vida a la balsa,
despilfarrando alegría,
las penas son alabanza
cuando encontrás compañía.
Sube Astor, sube Nicolino,
sube Manzi con Malena,
estrellas viste la noche,
sube Ringo Bonavena.
Nos dijo, me llamo Oscar,
pero ahora díganme Ringo.
Llévenme hasta el Luna Park,
que pronto vuelve el domingo.
Familia, amigos, crecer,
cada uno en su metiere,
del artesano es el taller.
Combates golpe por golpe,
sus rivales besan lonas,
knock out que duerme los besos
de una boca que traiciona.
Llega la fama, la pilcha,
de sur a norte New York,
allí donde Ringo siembra
guapeza, sangre y honor.
Por fin la noche esperada,
pelean de par a par,
allá en Manhattan, Las Vegas,
y en treinta y tres y Metán.
Cassius en viaje a la Luna,
tras un piñazo de Oscar,
el Maddison oscurece,
se ilumina el Luna Park.
Cassius en viaje a la Luna,
tras un piñazo de Oscar,
el Maddison oscurece,
se ilumina el Luna Park.
Fue robo el último asalto,
pues, lo asalta el referí,
con la ayuda de ese sheriff,
a Ringo lo vence Alí.
El gladiador argentino,
gigante, de voz muy tenue,
regresa a su patria en globo
con una “H” de héroe.
La calesita del barrio
a veces gira al revés,
como un loco carrusel
circulando a contramano,
y te ofrece una sortija
cuando te arrancan las manos.
Un globo en sus manos,
el niño sonríe,
no hay nada más tierno
que un globo y un pibe.
Aquel pibe y su juguete,
fabricado con harapos,
gran desafío en el parque
y una pelota de trapo.
Luego ese tierno retoño
se reencarnaba en el juego,
la garra de Masantonio,
la magia de Baldonedo.
En las gambetas de Tucho,
César Menotti y el pucho
dirigiendo aquel ballet.
El más grande de la historia,
campeón del 73.
Enloqueciendo rivales,
la cordura de René,
rubio champagne que destila
el zurdazo de un inglés.
A festejar con un brindis,
la elegancia de Miguel.
Son tus lágrimas de pibe,
el llanto de Mohamed.
En las gambetas de Tucho,
César Menotti y el pucho
dirigiendo aquel ballet.
El más grande de la historia,
campeón del 73.
En las gambetas de Tucho,
César Menotti y el pucho
dirigiendo aquel ballet.
El más grande de la historia,
campeón del 73.
Sos esa bebida añeja que degusta un jubilado,
en una cancha de bochas, con amigos del pasado.
Sos la cara de Gardel que hace facha en un afiche,
festejando con su risa, ocurrencias de boliche.
Sos el tango que hizo Manzi por las calles de Pompeya,
sos tributo en epopeyas y consuelo de tristezas.
Viejo tango, recitales, son insulto, tempestades,
de aquella doña barriendo rezagos de carnavales.
Sos el pibe enamorado de aquella piba de quince,
que con sus ojos de lince observaba obnubilado.
El globo que viaja al cielo a buscar a Bonavena,
Ringo regresa a su barrio, lo esperamos en La Quema.
La escuelita de domingo, maestro que me enseñó
no faltar jamás a clase en el palacio Ducó.
La enfermedad que provoca epidemia de ronqueras,
gargantas al rojo vivo, angina y pasión “quemera”.
Viejo tango, recitales, son insulto, tempestades,
de aquella doña barriendo rezagos de carnavales.
Sos el pibe enamorado de aquella piba de quince,
que con sus ojos de lince observaba obnubilado.
El globo que viaja al cielo a buscar a Bonavena,
Ringo regresa a su barrio, lo esperamos en La Quema.
Somos del barrio, del barrio de La Quema,
somos del barrio de Ringo Bonavena.
Somos del barrio, del barrio de La Quema,
somos del barrio de Ringo Bonavena.
Somos del barrio, del barrio de La Quema,
somos del barrio de Ringo Bonavena.
No habrá pilchas que reemplacen camisetas
cuando bajen las banderas de los clubes,
si en tu rostro se reflejan otras “jetas”,
el cemento se hace carne en multitudes.
Que fue mi padre, fue un hermano, fue un amigo,
o tal vez el resultado de un partido,
de este dulce de agridulces que se encarga
del futuro de otro lunes sin destino.
Pero vos, que sos mi amigo de la infancia,
nos criamos en potreros y baldíos,
De Patricios a Boedo, la ignorancia
puso bombas en el medio del camino.
Cuántas veces he sufrido tus cargadas,
cuántas veces fui verdugo a tu lamento,
para luego festejar a carcajadas
en un abrazo de amistad que es monumento.
Que haya Cuervos, que también haya Quemeros,
Diablos Rojos que se van a la Academia,
que haya Templos, Bomboneras, Gallineros,
y que acabe de una vez esta pandemia.
Arroyitos en el Parque Independencia,
agua fresca del Tatengue al Sabalero,
un refugio cuando acecha la tormenta,
sea un bosque para Pinchas y Triperos.
Que haya puertos que reciban a Piratas,
y Talleres por la gloria del humano,
que el aguante ya no sea más por plata,
y que limpias se alcen siempre nuestras manos.
Que así sea para todos los equipos,
que así sea para todas las hinchadas,
rían llantos, lloren risas, peguen gritos,
que el sudor no sea sangre derramada.
Que en mis ojos brille siempre la inocencia,
disfrutemos todos juntos el partido,
que el folklore no sea un himno a la violencia,
que el rival no se convierta en enemigo.
Si hubo justos que abrazaron una causa,
si hubo “Ringos” que abrazaron a bambinos,
que la euforia se haga calma en una cancha,
enemigo es el que invade, no el vecino.
Pero vos, que sos mi amigo de la infancia,
nos criamos en potreros y baldíos,
De Patricios a Boedo, la ignorancia
puso bombas en el medio del camino.
Cuántas veces he sufrido tus cargadas,
cuántas veces fui verdugo a tu lamento,
para luego festejar a carcajadas
en un abrazo de amistad que es monumento.
Hola viejo, todo lo que dejaste acá quedó para la eternidad,
y para el pueblo argentino, que son tus frases”.
Y antes de él irse, me mandó unas cartas,
y en una de ellas tenía una gran frase que decía:
“Sé constructor del futuro y no un heredero del pasado”.
Educación para todos,
facultad del empedrado,
enciclopedia de ciencias,
su diccionario ilustrado.
Preguntar por la experiencia,
respuesta de doctorado,
el peine que te regalan
cuando quedaste pelado.
Preguntar por el boxeo,
profesión dura e ingrata,
cuando suena la campana
hasta el banquito te sacan.
“Él era un filósofo barrial,
filosofía de barrio”.
Educación para todos,
facultad del empedrado,
enciclopedia de ciencias,
su diccionario ilustrado.
Preguntar por la experiencia,
respuesta de doctorado,
el peine que te regalan
cuando quedaste pelado.
Preguntar por el boxeo,
profesión dura e ingrata,
cuando suena la campana
hasta el banquito te sacan.
Le decían: “Dale Ringo hace esto, hace aquello”.
Cuando estaban entrenando todos le decían:
“No, porque vos tenés que entrenar,
tenés que hacer esto, abdominales, que esto…”.
Te dicen: “Dale, bien, que le pegás, que esto…”.
Pero en el boxeo, es el único deporte que estás siempre solo,
y te das cuenta que estás siempre solo
porque te quitan hasta el banquito.
“Sé constructor del futuro,
y no un heredero del pasado”.
Reno, Nevada, burdel,
combates de poca monta,
tras un fastuoso cartel.
Hoy pelea Bonavena,
y como juez, un mafioso,
le decreta su condena.
Nevada, burdel, arena,
knock out de balas cobardes,
Nevada, burdel, condena,
cae Ringo Bonavena.
Sangre de las buenas venas,
buena sangre que transfunde,
tan sólo la mala sangre
bajo la arena se hunde.
Sangre buena que navega
a mares contra corriente,
y en Sudáfrica, Galíndez,
otro argentino valiente.
Sangre de su buena vena,
derramaba de su frente,
para reír y llorar,
las crónicas del domingo.
Victoria heroica de Víctor,
pero mataron a Ringo.
Sangre de su buena vena,
derramaba de su frente,
para reír y llorar,
las crónicas del domingo.
Victoria heroica de Víctor,
pero mataron a Ringo.
De chusmas los comentarios,
por las ausencias de Troilo,
que se marchó de su barrio,
sus huellas la llevó el polvo.
Y bajo un cielo de estrellas
él preguntó: “¿Desde cuándo
en mi barrio están mis huellas?
Si yo siempre estoy llegando”.
Vos también estás aquí
cuando el humo de La Quema
huele a grises y jazmín,
las noches de luna llena.
Vos también estás llegando,
y es porque nunca te fuiste,
veo tus ojos regando
mejillas de pibes tristes.
Vos también estás llegando
con tu increíble albedrío,
silbando bajito un tango,
o cantando el pío-pío.
Tu humanidad, monumento
del Parque de los Patricios,
donde el amigo es sustento,
donde el amor es un vicio.
En libretas de almacén,
donde se anotan confianzas,
o en la llegada de un tren,
donde arribará esperanza.
En las calles y suburbios
de los viejos arrabales,
en los bares y tugurios,
en corsos de carnavales.
Yo cuidaré tu banquito
cuando suene la campana,
y la noche llore a gritos,
pariendo nuevas mañanas.
En la esquina de las cuerdas,
allí te voy a encontrar,
hoy pelea Bonavena,
volvió Ringo al Luna Park.
En la esquina de las cuerdas,
allí te voy a encontrar,
hoy pelea Bonavena,
volvió Ringo al Luna Park.